Virgen de la Altagracia

La Virgen de la Altagracia o Nuestra Señora de la Altagracia es la Madre Protectora del Pueblo Dominicano.

Esta advocación católica muy popular se remonta al primer período colonial de la isla La Española. Su culto se centra en una pequeña imagen sagrada traída desde España en esa época que reproduce el Nacimiento de Jesús bajo la Estrella de Belén.

Muchos feligreses acuden a la Basílica, la Catedral de Higüey el 21 de enero para celebrar esta fiesta de la iglesia católica, para honrar a la virgen, agradecerle o pedirle favores sobrenaturales.

Vale destacar (para evitar una confusión común), que la Patrona de la República Dominicana es la Virgen de las Mercedes, la cual se celebra el el 24 de septiembre de cada año.

Hay costumbres de ir vestidos de blanco, morado u con otras vestimentas típicas “de promesas“, llevando velas y velones. Muchos llegan desde los pueblos cercanos caminando a pie todo el día y la noche de la vigilia de la fiesta. Fuera del santuario las filas de los feligreses que quieren pasar sus manos en la imagen sagrada parecen interminables.

Otra costumbre es la de los peregrinos de la Hermandad de Toros de Ntra. Sra. de la Altagracia que salen el 8 de agosto de Bayaguana en dirección a Higüey, a pie y a caballo recorren los campos de la región recogiendo los toros, rezando, tocando salves y atabales. El recorrido concluye el 14 de agosto en el corral de Santana con una misa, luego parten a la Basílica Nuestra Señora de la Altagracia con cientos de toros-ofrenda a la Virgen. Posteriormente a su bendición, los toros son subastados. Aunque se reciben donaciones de diferentes partes del país, la Hermandad solo se concentra en la región Este, dividida por el Río Chavón en dos comisariados.

En la tarde tiene lugar la tradicional Solemne Procesión por las calles de la ciudad con la imagen de la Virgen.

Los historiadores (Luís Gerónimo de Alcócer, 1650) cuentan que el cuadro de la Virgen, por su conocido poder milagroso, fue donado a principios del siglo XVI por los hermanos Alonso y Antonio Trejo a la parroquia de la villa de Salvaleón de Higüey (constituida el 12 de mayo de 1502, bajo las órdenes del obispo de Santo Domingo, García Padilla).

Los Trejo fueron entre los más antiguos colonos españoles y productores de azúcar de la isla. Trajeron a Higüey la imagen venerada desde la localidad de Plasencia, en la Extremadura, región española donde nació la devoción a la Virgen de la Altagracia.

Según la tradición, la virgen apareció a un agricultor sobre un árbol (o a una niña sobre una gran piedra), dando vida a este culto con el nombre de la más Alta Gracia venida de los Cielos.

El culto de la virgen se fue extendiendo desde Higüey a las provincias cercanas, hasta convertirse en un culto nacional e internacional.

De hecho, ya desde principios del siglo XVII, la devoción a la Virgen pasó también a Puerto Rico, pues los viajeros que llegaban allí desde la isla de Santo Domingo se embarcaban en el “puerto del Higüey” (actual Boca de Yuma) y durante la espera de los buques solían acudir al santuario de La Altagracia, implorando su protección contra los peligros del mar y de los piratas.

El culto tiene muchos feligreses también en Haití por los numerosos oriundos de esta nación que viven en la ciudad de Higüey y zonas aledañas.

Coronada dos veces

Nuestra Señora de la Altagracia ha sido coronada dos veces por la máxima autoridad de la iglesia Católica: El 15 de agosto de 1922, por el papa Pio XI, en su visita pastoral a República Dominicana y el 12 de octubre de 1992, por el pontífice Juan Pablo II, quien durante su segundo viaje al país, coronó personalmente a la imagen de la Virgen con una diadema de plata sobredorada.

La Basílica de Higüey (Catedral y Museo)

Es la catedral de la Diócesis de Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey y uno de los santuarios más concurridos del Caribe.

La obra fue construida para reemplazar el antigüo santuario (1572) con un proyecto de los arquitectos André-Jacques Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré, elegidos a través de un concurso internacional llevado a cabo en 1949.

La Basílica, en el centro de la ciudad, tiene la estructura en forma de cruz latina, la puerta principal de bronce con un baño de oro de 24 quilates y un campanario de 45 campanas.

En los jardines de la Basílica, se encuentra el Museo de La Altagracia, el mismo ha recuperado y restaurado el patrimonio artístico e histórico del Santuario, poniéndolo en exhibición al público.

Entre sus atracciones, destacan miles de exvotos, promesas o milagros conservados en el Santuario que son testimonios tangibles de gracias recibidas. Generalmente confeccionados en plata y oro, también los hay realizados, con habilidades disímiles, en los más diversos materiales. Todos han sido eficaces vehículos de agradecimiento y responden a distintas épocas y concepciones estéticas. Constituyen, en su conjunto, la manifestación de la fe a través de la historia. Esta costumbre milenaria no ha perdido vigencia en la actualidad. En el museo también se pueden ver una serie de óleos sobre tabla realizados en el siglo XVIII por el pintor Diego José Hilaris con milagros realizados por la virgen.

En otra sala del museo, llamada Sala del Tesoro, se pueden contemplar joyas de la orfebrería local y de otros países americanos de entre los siglos XVII al XX. Destaca un porta viático de oro y esmeraldas y un incensario de plata. También se pueden observar atuendos religiosos de distintas épocas y diversas piezas de gran valor histórico.